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María Teresa Gómez Gudiño

Madre Fundadora

María Teresa Gómez Gudiño

 

Vida religiosa

 

El día 15 de enero de 1941 ingresa a la vida religiosa en la Congregación de las Hermanas de los Pobres Siervas del Sagrado Corazón, cuya casa general se encuentra en la Ciudad de Zamora, Michoacán; para su ingreso participaron su hermana María y su cuñado Don Luis Sánchez.

 

A los seis meses de haber ingresado recibió el hábito de novicia y después de prepararse con esmero hizo su profesión temporal el 19 de julio de 1942 y fue destinada a Guadalajara y luego al Colegio Margarita de niños pobres, en la Ciudad de Zamora, Michoacán.

 

Durante su juniorado brindó servicio como maestra en diferentes casas de la Congregación, donde trabajó en el magisterio educando a sus alumnos; su consagración perpetua fue el 19 de julio de 1947.

 

Vivió su espiritualidad con un carisma misionero, teniendo como medios la oración y el sacrificio, distinguiéndose durante su formación por su entrega a Dios. Durante más de 20 años perteneció a la congregación, hasta que Dios la llamó a fundar una nueva familia religiosa.

Nació en la ciudad de Sahuayo, Michoacán, el 12 de junio de 1921; durante su infancia transmitía a través de su persona: paz, quietud y mucha alegría; le caracterizaban su inocencia y pureza de corazón.

 

Su Familia

Nació en una familia cristiana donde participaba de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía. Sus padres Don Francisco Gómez Castro y Doña Concepción Gudiño Berrospe, le brindaron una adecuada formación en un hogar donde se vivían y disfrutaban la paz, la quietud y la alegría, las que solo pueden ser fruto de una vida de verdaderos cristianos.

 

Sus padres siempre le brindaron el apoyo que necesitaba, aun cuando al principio les sorprendió la noticia de que su hija deseaba ingresar a la vida religiosa, fueron pilares de su formación muy determinantes para María Teresa, no sólo en la educación, sino también en su preparación espiritual.

 

Su formación académica

Sus padres, preocupados por la adecuada formación de sus hijos, buscaron maestros particulares que les impartieran clases en su domicilio; posteriormente, junto con otras niñas de su tiempo, asistió  a una escuela privada, aunque a ella no le era de mucho agrado asistir. Sin embargo su padre, quien fue muy responsable y celoso de su preparación académica, la motivó a cumplir con este deber.

 

Su entorno social

María Teresa Gómez Gudiño perteneció a una de las familias más acomodadas de su tiempo por lo que no sufrió necesidades materiales, a pesar de que el país se encontraba bajo el influjo del movimiento revolucionario.

 

Creció en una familia cristiana que vivía los valores morales, su ambiente social y familiar estaba impregnado del aspecto religioso ya que fueron conquistados espiritualmente por los frailes de la Orden de San Francisco y se atribuye a Fray Juan de Badía la fe que fue implantada en ese lugar.

 

María Teresa asistía a las fiestas de su pueblo y se divertía sanamente, con frecuencia salía de paseo con algunas amigas. La población tuvo una participación activa durante el conflicto religioso de los cristeros, acontecimiento que indudablemente impactó en ella y su familia ya que fueron testigos del movimiento e inclusive el templo parroquial del pueblo fue usado como caballerizas por los perseguidores de los cristeros.

 

Su espiritualidad

Desde muy pequeña vivió en un ambiente de paz, quietud y alegría, como fruto de una vida cristiana; asistía a Misa todos los domingos y el primer viernes del mes, teniendo una particular devoción al Sagrado Corazón de Jesús y a María Santísima bajo la advocación del Perpetuo Socorro.

 

Alimentaba su espíritu con la Eucaristía y Nuestro Señor la fue moldeando en la vivencia de una vida auténtica de fe, llegando a germinar en ella la semilla de la vocación a la vida consagrada.

 

Durante su adolescencia y en sus momentos de reflexión, sentía que nada llenaba sus aspiraciones, percibiendo un vacío en los afectos de la tierra. En uno de los paseos que hacía con frecuencia con sus amigas fue invitada a un rancho y tuvo la oportunidad de conocer muy de cerca la pobreza de la gente sencilla que carece de lo indispensable.

 

Lo anterior la impresionó mucho y desde aquel momento no se apartaba de ella el impulso del Espíritu Santo por ayudar a los que carecen de bienes espirituales y materiales. Transcurridos los días decidió seguir a Cristo ya que estaba segura de lo que quería y no dudaba sobre cuál era su camino, así que manifestó a sus padres la determinación y éstos le sugirieron que lo meditara un poco más, sin embargo para ella no había tiempo que esperar.

 

Desarrolló una sensibilidad impresionante hacia el prójimo y sus necesidades, que la caracterizaron toda su vida y fortaleció su unión con Dios.

 

“Vámonos al cielo con boleto y sin escala”

Dios, que cumple sus promesas, dentro de su plan salvífico, tomó como instrumento para continuar con la extensión de su reino a María Teresa, quien después de una larga y fructífera vida misionera en la que estuvo siempre presente el dolor que ella vivió con firme esperanza, le manifestó la grandeza de su amor llamándola a las bodas eternas el 29 de junio del 2002.

 

Sus restos descansan en la capilla de la Casa Generalicia de las Misioneras de Jesús Crucificado en Guadalajara, Jalisco.

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